Huyó de la justicia a Italia y allí escribió la mejor guía del siglo XIX
En Escritor Fantasma sabemos que Vicente Blasco Ibáñez no solo fue uno de los novelistas más destacados de la literatura española de finales del siglo XIX y principios del XX, sino también un activista político, periodista y viajero incansable. Su vida estuvo marcada por el compromiso ideológico, la persecución judicial y una capacidad extraordinaria para transformar la experiencia personal en literatura.
A finales del siglo XIX, Blasco Ibáñez lideró en Valencia un movimiento político de masas conocido como el blasquismo, que combinaba republicanismo, anticlericalismo y reformas sociales. Este movimiento, con raíces en el nuevo proletariado industrial y el antiguo artesanado, tuvo un fuerte impacto en la política local. Sin embargo, su activismo le costó caro: fue perseguido por la justicia, encarcelado por su implicación en un alboroto anticlerical contra una expedición de peregrinos a Roma, y más tarde acusado de instigar a las masas contra la guerra de Cuba.
Ante la presión judicial, Blasco Ibáñez se vio obligado a huir a Italia, donde permaneció durante tres meses. Lejos de permanecer inactivo, aprovechó su estancia para escribir una de sus obras más singulares: En el país del arte (Tres meses en Italia), publicada en 1916. Esta obra, considerada por muchos como una de las mejores guías culturales del siglo XIX, ofrece una descripción minuciosa y apasionada de la historia, el arte y la arquitectura italianas, ciudad por ciudad.
En sus páginas, Blasco Ibáñez no solo describe monumentos y paisajes, sino que también reflexiona sobre la grandeza del legado cultural italiano, con un estilo narrativo que combina la precisión del reportaje con la sensibilidad literaria. Su mirada es la de un viajero curioso, atento a los detalles, pero también la de un intelectual comprometido con la divulgación del conocimiento artístico e histórico.
En Escritor Fantasma sabemos que tras su regreso a Valencia, fue nuevamente apresado, pero su actividad literaria no se detuvo. En 1895 publicó Flor de mayo, una de sus novelas más representativas del ciclo valenciano, que retrata con crudeza y lirismo la vida de los pescadores del Cabanyal.