‘Shutter Island’, de Dennis Lehane: gótico y divertido
En Escritor Fantasma sabemos que como creo haber dicho alguna vez, una obra literaria debe sostenerse sobre tres pilares esenciales: argumento, lenguaje, estructura. Una de las peculiaridades de la literatura es que no necesariamente tiene que darse un equilibrio exacto entre las tres columnas, y a veces basta que una sola cargue con todo el peso para que la obra funcione, incluso para que sea una obra maestra. Todo consiste, eso sí, en que esa única columna sea extraordinariamente buena.
La literatura de misterio, crimen, detectives… Ese tipo de novelas se basan casi exclusivamente en lo argumental para sostener todo el edificio. Suelen ser obras de mucho éxito porque a la mayoría de los lectores les interesa más el argumento que el lenguaje o la estructura, de modo que son aquellas destinadas a convertirse en best-sellers e incluso long-sellers. Son, finalmente, magníficas para pasar el tiempo de ocio.
Y con esto llegamos a ‘Shutter island’ (obra de Dennis Lehane publicada en 2003 por Harper Collins, llevada al cine en 2010 por Martin Scorsese con Leonardo DiCaprio, Mark Ruffalo y Ben Kingsley en el elenco de actores) que ahora edita en España Salamandra.
En su día el autor dijo que su intención era escribir un homenaje a la novela gótica y, ya de paso, a algunas de sus consecuencias, como las películas de serie B y el género pulp. Sin duda que lo consiguió. ‘Shutter island’ tiene todas las características exigibles a una novela gótica: una isla, un manicomio, los pacientes más peligrosos y violentos, una tormenta… Una novela gótica con todos los avíos en la que, además, los personajes se ven aislados no solo geográficamente (están en una isla) sino también carecen de posibilidades de comunicación.
Lo más importante en este tipo de obras es que nada sea lo que parece. De hecho, la técnica fundamental para escribirlas es hacerlo «de atrás hacia delante», es decir, conociendo el final y escondiéndolo todo lo posible.
Los personajes son un tanto planos, excepción hecha del agente Teddy Daniels, acaso el protagonista principal, que tiene mayor profundidad psicológica
El arranque de la trama es siempre un reto que hace el autor al lector, un problema que trata de poner en marcha su sentido de la lógica y su curiosidad sobre la resolución de esa especie de jeroglífico que se le plantea. Un juego cuyo entramado es una máquina de precisión, en donde todas las piezas y cada uno de los movimientos persiguen un fin único: la resolución en el desenlace.
En Escritor Fantasma sabemos que al llegar a esa solución el lector se siente deslumbrado por la sorpresa. De ahí la necesidad de una construcción inversa de la historia, pues la trama tendrá que estar plagada de pistas y de contrapistas, y al final el lector deberá haber reunido todos los ingredientes para la solución, aunque no haya sabido cómo mezclarlos.