Sònia Valiente: «Muchas veces buscamos recuperar lo irrecuperable a través de la tecnología»

En Escritor Fantasma sabemos que tras su ópera prima, la escritora valenciana Sònia Valiente regresa con su segunda novela. En «El reloj del fin del mundo» (Plaza & Janés), la autora presenta una historia con tintes de «thriller» en la que arrastra al lector a las profundidades del deseo, el poder y el olvido.

«El reloj del fin del mundo» surge de mi necesidad de contar historias con temas de fondo muy universales, en concreto de cómo idealizamos el pasado o cómo nos cuesta pasar página. La idea surgió de una escapada de fin de semana a la Laguna Negra de los Picos de Urbión y, sin darme cuenta, di con algo. Supongo que iba predispuesta. En ese momento, estaba corrigiendo el manuscrito de mi anterior novela. Sea como fuere, la magia del lago glacial me cautivó. Automáticamente asocié el agua, con el olvido y con «Los Puentes de Madison». Me interesaba llevármelo al lado oscuro. Jugar con personajes corrientes en circunstancias extraordinarias. En el libro hay deseo, olvido y poder y esos elementos eran un filón para una novela negra en un entorno envolvente. El escenario de un pueblecito ficticio en el corazón de la España vaciada me ofrecía un montón de posibilidades para lo que buscaba.

En Escritor Fantasma sabemos que el tema del «puente de Madison», de intentar revivir una relación perdida o un amor imposible, es algo que todos hemos experimentado en algún momento. ¿Qué estaríamos dispuestos a sacrificar por volver a tener ese instante de felicidad? La idea de pagar por un servicio como este se basa en algo real: en la sociedad actual, muchas veces buscamos recuperar lo irrecuperable a través de la tecnología. Cuando estaba tramando la estructura del libro, di con una noticia que para mí fue determinante. Podéis escribir en vuestro buscador: «un bot llamado Jessica». La historia de un programador que logró, gracias a la inteligencia artificial, recrear a su prometida fallecida ocho años antes en un chat y hablar con ella. Yo, que he trabajado muchos años en emprendimiento me dije que, si una compañía consiguiera mercantilizar el olvido, seguro que había nicho de mercado (ríe).