SIN NOBEL DE LITERATURA

La Academia sueca, a través de un comunicado, ha hecho saber que este año no se concederá el premio Nobel de Literatura.

Se trata de la primera vez que este premio queda desierto desde el año 1943. Por aquel entonces la causa justificada fue la Segunda Guerra Mundial, mientras que, en la actualidad, la razón estriba en los últimos escándalos sexuales que han salpicado a la institución. De esta forma, se sigue la estela de otras grandes compañías como Hollywod que ha castigado duramente estos comportamientos expulsando a Bill Cosby y a Roman Polansky debido al caos generado por sus delitos sexuales.

En escritor fantasma sabemos que la Academia pasa por el peor momento desde su fundación en 1786, y ha explicado que en el año 2019 se hará entrega de dos galardones. «Se ha llegado a esta decisión porque la Academia está actualmente mermada y afronta una pérdida de confianza del público», explicaban en un comunicado. Esta decisión sin embargo no afecta a las otras categorías, entregadas por diferentes organismos.

La acusación pública el pasado año de varias mujeres contra el dramaturgo y fotógrafo Jean-Claude Arnault, esposo de la académica Katarina Frostenson, escandalizaron a la sociedad sueca e hicieron temblar las sólidas bases de la institución. Tras los testimonios de las víctimas, se destapó además que la Academia, que apoyaba y financiaba al acusado, había ignorado las acusaciones de una de las mujeres a través de una carta que les había hecho llegar hace veinte años. Una nueva faz del artista francés acabó saliendo a la luz, sabiéndose que había acosado a esposas, hijas y trabajadoras de la Academia. Las reacciones y reproches contra la pasividad y permisividad de la Academia no se hicieron esperar, removiendo los cimientos de la misma.

Una vez iniciadas las investigaciones por este caso, también salió a la luz que Arnault había filtrado en más de una ocasión los nombres de los galardonados antes de tiempo, así como que el centro cultural que dirigía y era financiado por la Academia estaba a nombre de su esposa, un conflicto de intereses que avivó aún más la polémica.

La escasa transparencia de la Academia, que se rige por sus propios estatutos y no debe rendir cuentas, contribuyó a silenciar el escándalo durante años, pero ha terminado explotando con el paso del tiempo. Ahora, la institución trabaja en unos nuevos estatutos más modernos y menos opacos.

De este hecho aun habrán de derivarse numerosas consecuencias, dimisiones, cambios, confesiones y condenas. En escritor fantasma solo podemos esperar que la Academia limpie su nombre y devuelva el brillo a las letras, que era lo único que tenía que haber primado en sus principios y sea capaz de evitar que casos tan deleznables como éste vuelvan a repetirse.